Francisco Nicolás Gómez Iglesias no se aparta de la televisión. El sábado en Mediaset volvió a aparecer en el «prime time» de noche para reafirmarse en declaraciones como que había sido un «charlie» del Centro Nacional de Inteligencia. Y eso a pesar de que el CNI no solo le ha negado a él, sino que utilice, per se, la denominación a la que alude como agente especial de espionaje para ciertas tareas. No ha sido el único trabajo que parece haberse sacado de la manga este joven madrileño de 20 años que lleva desde su detención en el barrio de Chamberí a finales de octubre despotricando contra altas instituciones del Estado. En un recopilatorio en tono sarcástico que ha hecho la página especializada en la búsqueda de empleo -por parte de personas que sí lo necesitan-, Infojobs, dan cuenta de cómo el llamado «pequeño Nicolás» se ha inventado hasta cinco empleos.
Los cinco trabajos que ideó en sus diatribas el «pequeño Nicolás» son, para esta página:
Mediador del Gobierno en Procesos Territoriales: alguien que se arroga la competencia de mediar en conflictos entre el Estado y una de las Comunidades Autónomas en pro de llegar a un acuerdo que satisfaga al Gobierno. Es decir: alguien que consiguiera que no se llevarán a cabo consultas ni manifestaciones. El caso más claro es el de Jordi Pujol en Cataluña. Según Francisco Nicolás, él mismo se ocupó de terciar con la familia del exmandatario de CiU para intentar torpedear el referéndum ilegal del pasado 9 de noviembre, que finalmente no se produjo por los cauces que marca el encaje constitucional.
Jefe de Defensa de Imagen de la Casa Real: El pequeño Nicolás se ha vendido asimismo como una suerte de «paje real», un contacto directo con la Casa del Monarca, subyugado incluso a cuestiones de Estado y en liza directa con competencias de un verdadero secreto real o jefe de la institución. ¿La misión que dice haber tenido? Nada menos que velar por la imagen que proyectan los miembros de la Familia Real.
Secretario general de FAES: en la Fundación de Análisis de Estudios Sociales, el laboratorio de ideas conservadoras y neoliberales, el joven habría sido uno de los garantes de las propuestas políticas que se ponían sobre la mesa. Como secretario de FAES se presentaba sin fisuras y sin conocimientos -al menos en lo que a académico se refiere- atesorados y acreditados en campos como el de la Política, la Sociología y la Economía.
Negociador para desbloqueos de inversiones y transacciones: a cambio de una pequeña comisión, el «pequeño Nicolás» advertía a empresarios y agentes metidos en Bolsa de suculentas inversiones, de jugosos negocios en los que debían enrolarse para sacar provecho. Y no se detenía en la esfera nacional, sino también en la internacional: él consideraba que era capaz de solventar cualquier obstáculo.
Y, el último, el más coreado desde que pronunciase la palabra en una entrevista: actuaba de «charlie» del CNI. ¿Qué es? En el Centro Nacional de Inteligencia se apresuraron a desmentir el uso de ese término e incidieron en que la única relación que ha tenido el joven madrileño con el organismo consistió en tramitar la invitación a su máximo responsable a un desayuno. Francisco Nicolás dijo de sí mismo que era un «charlie colaborador», y que de sus manos habían salido tratos con La Zarzuela, el Gobierno, la Comunidad de Madrid, el propio CNI y hasta con Las Vegas Sands para que el magntate Sheldon Adelson recalase con su negocio en Madrid. Todos han negado al joven.
La Abogacía del Estado se ha personado contra estas difamaciones, pero en el ideario cómico de esta España nuestra sobrevivirán los trabajos que para siempre se creó y arrogó a sí mismo el «pequeño Nicolás».
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